Linda tarde en santa maría (1.1.37)
Óleo sobre tela, 40cm x 50cm
A primera vista se nos presenta un paisaje de serranía, tranquilo, bañado por la luz del sol aquí y allá, aparecen manchas de luz en colores saturados y vibrantes: verdes claros y cálidos, azules cerúleos, diáfanos. La factura y la paleta poseen fuerte influencia del impresionismo: luces muy fuertes y puntuales, corpóreas, sombras violáceas y transparentes; pinceladas cortas, titilantes en algunas zonas, lánguidas y transparentes en otras. Las montañas, por ejemplo, están construidas sobre la base de pinceladas direccionadas y zigzagueantes. Toda la obra cuenta con gran profundidad, con mucho aire, lo que es característico de este género pictórico. Esta profundidad está lograda a través del uso de recursos clásicos: un claro que por forma podría oficiar de sendero, parte desde la derecha del cuadro y penetra perpendicularmente el soporte, el campo de la obra, abriendo paso al ojo para que llegue hasta las montañas, y el uso de tonos fríos en los planos del fondo. Los colores fríos, por leyes de la óptica, retroceden en el ojo y generan una ilusión de tridimensionalidad, de profundidad y espacio en un plano que es indiscutiblemente bidimensional. Por todo esto, podría decirse que es un ejemplo muy interesante de cómo lograr una composición equilibrada y pacífica, atributos que no pueden faltar en una pintura que pretende reproducir una linda tarde.